sábado, 25 de junio de 2011

Stand by

"La distancia más larga es la que hay de la cintura al suelo", se decía antiguamente en relación a lo que cuesta al hombre agacharse para trabajar la tierra. Siguiendo el mismo razonamiento hoy se podría afirmar "la distancia más corta es la de apretar un botón". Nunca antes en la historia hubo tal facilidad de evadirse como hoy. Con el apretar un botón nos convertimos en pasivos espectadores de algo que creemos que es el mundo. Nos horrorizamos y no sabemos qué hacer ante lo que nos ofrece la pantalla. Nuestros días y noches son tomados por un único pensamiento. ¿Cómo el mundo pudo llegar a esto? Y no nos damos cuenta de que, ése mundo, llegó a nosotros al apretar un botón. Y... ¿por qué no probamos volver a apretarlo para ver qué pasa? Cuando llegó la televisión color a mi casa, traía un botón que, hasta el día de hoy, yo no sabría traducir su significado. La palabrita era "Stand by". Al parecer, el aparato no se apaga nunca, está siempre alerta esperando la orden para ahorrarnos unos segundos la entrada a aquello que nos horroriza. Hoy ni siquiera hacen falta botones; entramos a casa y mágicamente tenemos la tele encendida, el café caliente y las cuentas pagas. Jamás una distancia fue tan larga como la que hoy nos separa de apagarnos de este mundo y comenzar a construir nuestro propio mundo individual. Y pensar que es solo un click.

miércoles, 8 de junio de 2011

En busca de una identidad

Una vez en Miami me encontraba visitando una galería, cuando una señora se dirigió al encargado diciendo: "me gusta ese cuadro; no se podría hacer horizontal así me queda bien en la sala?". Me parece que esta nueva generación de documentalistas latinoameriacnos debería luchar por perseguir una identidad común, tal cual le tocó construir a nuestros "sesenta-setenteros" predecesores. Navegamos sin un rumbo fijo porque muchas veces ni siquiera nosotros sabemos qué queremos decir. En definitiva todo se trata de una búsqueda personal; increíblemente son muchos los que desconocen que nuestras realizaciones son, en primer lugar, manifestaciones artísticas. Así, vamos a la deriva, pensando en atrapar tal o cual canal y nos enojamos cuando los fallos de los concursos nos son adversos (casi siempre). Somos una picadora de carne imaginando cómo se vería un documental sobre cada cosa que nos cruzamos a diario. Y lo que hacemos es simplemente alejarnos de lo único que debería comandar un proyecto: la motivación personal. Debemos acercarnos a la fuente que es nuestro bagaje personal, las cosas que ya llevamos dentro. Debemos cultivarnos y saber buscar. Allí están esperándonos cientos de compositores que nos han dado lo mejor de sí durante siglos, los maestros de la pintura, montañas de libros que nos esperan rodeando nuestra cama. Dejemos de preocuparnos tanto por una idea salvadora, miremos el universo que tenemos dentro luchando por explotar. Cultivemos el intercambio de ideas, discutamos, crezcamos. Solamente de este modo podremos hacer un movimiento artístico con bases sólidas. Hagamos que cada una de nuestras películas se transforme en algo absolutamente necesario.