miércoles, 5 de septiembre de 2012

La importancia de los niños

Suelo publicar estos pensamientos en voz alta tambien en facebook. El último artículo "Acerca del miedo" cosechó el siguiente comentario: Ya lo dijo Sarte... "estamos condenados a ser libres". En una de mis entradas anteriores en la red de "amigos", despotricaba justamente contra este tipo de mensajes; decía algo así como que publicando esos descuartizamientos de frases inconexas de Dios, Lennon y el Che, lo que estábamos haciendo era matarlos. Y agrego ahora: es una matanza en tres sentidos, hacia el autor, hacia mi proceso de pensar y hacia aquellos otros que quieren ejercitar el suyo propio. En el sur del continente nos criamos escuchando a un exquisito humorista argentino llamado Luis Landriscina. Sus historias de pueblo, con los mismos personajes de cualquier pueblo latinoamericano (el cura, el comisario, el borracho, el loco...) solían encontrarse cada mañana con solo girar el dial de la radio. Landriscina era un maestro de la narración. Sus cuentos nos conectaban con nosotros mismos, con nuestro universo de vecinos cotidianos. Volver a escuchar el mismo cuento mil veces, era mil veces un deleite; a nadie se le ocurriría decir "ah, ese es el del borracho que...". El placer de un cuento de Landriscina radicaba en el paseo intelectual de las palabras recorriendo un mundo de ideas. "Lo importante es el camino", dijo el entrenador de la selección uruguaya de fútbol cuando se le escapó de las manos el campeonazgo del último mundial. Y esa frase caló hondo en los uruguayos. ¿Por qué? Porque fuimos testigos del proceso, porque lo vivimos paso a paso y lo hicimos nuestro. Hoy, "lo importante es el camino" nos dice mucho, no es una frase inconexa, forma parte de nuestra más rica historia popular y la entendemos y defendemos. Recuerdo ahora que hace años cayó en mis manos un diskette (!) con unos versos de alguien que pretendía promocionarse como poeta. Para más datos, incluía un currículum donde se leía "operador pc" y un listado alfabético de títulos y temas de poemas y artículos escritos (pero no estaban ni los poemas ni los artículos!). Nunca voy a olvidar el nombre de uno de los versos: "La importancia de los niños". Por supuesto que estoy de acuerdo con Sartre y lo que dijo sobre la libertad, como tambien con que los niños son importantes (!); pero estoy seguro que de la frase de Sartre me voy a olvidar, pero de la de mi disketero poeta no. Ésta última es tan absurda y, aparentemente desconexa, que logra finalmente convertirse en algo conectado consigo mismo. La frase de Sartre es una mutilación del propio Sartre. La frase de mi "amigo fb" es falsa, la falsedad está en "ya lo dijo Sartre". No, Sarte no dijo eso, dijo mucho más que eso. Aunque nunca lo leí, imagino que esa frase fue sacada de uno de los numerosísimos trabajos que el pensador publicó. Que no debe haber surgido de la nada y, así la haya grafiteado solitariamente en un muro de su época, está conectada a un profundo análisis que tampoco habrá terminado allí. Cuando largamos a la marchanta frases de Dios (sí, Dios en la voz de alguno de sus fetiches de turno, Lennon, Che, Landriscina) estamos arrasando con una topadora cualquier rastro del camino que condujo a ellas. Aclaro aquí que el ejemplo de mi "amigo facebook" y Sarte no es el más representativo, la frase no es inconexa pues está antecedida de una serie de mensajes entre los cuales se encuentra el artículo que mencioné al principio. Es, en este caso, un complemento pertinente e inteligente. Esto no hace más que reforzar la necesidad de contar con un entorno adecuado a la expresión de las ideas. Por supuesto que todos esperamos el final del cuento de Landriscina, así como esperábamos el regreso a casa con la copa de nuestros futbolistas. Pero el disfrute y el crecimiento se dan en el acompañamiento de los procesos, no en los resultados estadísticos. Hace años leí una frase que guardé hasta ahora y convertí en la película que estoy terminando, decía "si de los libros se recuerda a lo sumo una frase, por qué no se escribe solo esa frase". Profético, no? Disfrutemos el camino, no le disparemos al pecho a quien intenta describir la belleza del andar con "ah, no vayas, yo ya fuí". A pesar de nosotros la vida fluye, gracias a nosotros fluye en ideas. Ya lo dijo Sarte... "estamos condenados a ser libres".

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