viernes, 7 de diciembre de 2012

Seguimos postergando lo urgente


¿Es que a alguien se le ocurriría realizar una marcha contra los terremotos? ¿O contra la pozoña de las serpientes? La indignación surge siempre ante excesos de poder de los hombres. Estos hechos nos incumben a todos pues, por un lado, están quienes los provocan y, por el otro, las víctimas, doblemente víctimas pues cargan con el peso de no haber podido (o querido) evitarlo. El documentalista es, naturalmente, parte del mundo de los hombres, por eso el documental nace siempre de la indignación y se transforma en denuncia (o juega del otro lado, en forma de propaganda). El documental traslada los hechos reales al mundo de las ideas, transmuta la experiencia en sabiduría. No es esto otra cosa que la creación de memoria. El documentalista hace sus películas pues vibra con el pueblo y de él se nutre. ¿Pero qué pasa cuando en un tris el documentalista obtiene 10.000 o 50.000 o 100.000 dólares para denunciar lo que considera justo? Nuestros maestros del documentalismo de las épocas grises de Latinoamérica no tenían este problema, en las épocas grises todo era blanco y negro. Ahora todo es prósperidad, una camarita en colores y sin necesidad de laboratorio descansa en cada hogar. ¿Es que ahora está todo bien? Hay una amplísima brecha generacional entre los años 60/70 y hoy. La gran diferencia entre antes y ahora es que hoy nadie sabe quién es el enemigo. ¿Se le ocurrió a alguien ir a pedirle a Videla dinero para hacer una película sobre sus asesinatos? Lo que antes se arreglaba con una bala, hoy, se soluciona con 100.000 dólares y una tibia proyección de un DVD de un dólar ante nosotros mismos y tres aplausos. Los documentales comprometidos son una especie en extinción; la punta de lanza son algunos videos comunitarios o de la causa indígena. Muchos de estos videos carecen de la suficiente fuerza que imprime el arte al elevar los hechos reales al círculo de las ideas. ¿Pero debemos los "profesionales de la imagen" intervenir en estas manifestaciones espontáneas de la indignación? ¿Nosotros que soñamos con la alfombra roja de los festivales y nos quejamos del café de los hoteles? Estos son lo problemas del documental de hoy en América Latina, la solución se halla en una profunda discución sobre la ética. Es una urgencia.

2 comentarios:

A las 7 de diciembre de 2012, 6:41 , Blogger Mercedes Ramírez ha dicho...

Gabriel no me queda clara tu propuesta: pienso que si hay una brecha generacional entre los 60/70 y hoy, esta no se puede medir a partir de la falta o "abundancia" de los recursos económicos. 10, 20, o $100.000 pueden ser poco o mucho, lo importante es el uso que se haga de los mismos. Cuando inició la serie televisiva DOCTV, el monto era $100.000, alguna gente dijo qué exageración para hacer un documental, sin embrago, muchos documentalistas pudieron finalmente ver sus producciones como las habían imaginado,: la toma aérea de una plantación bananera que antes no se hubiera podidco pagar, contratar al músico para la banda sonora y enriquecer su propuesta narrativa, pagar los footage, etc. y algunos por ahí hasta comprarse un poco de equipo necesario para los tiempos de producción, tanto de las gordas como de las vacas flacas.
Estoy de acuerdo en que no siempre se debe excusarse el trabajo en función de si hay o no dinero, pero de ahí a soñar con la alfombra roja...hau un gran trecho, ético, si querés para no salirnos del tema.

 
A las 7 de diciembre de 2012, 7:01 , Blogger Kun FU ha dicho...

Alguien a quien quiero mucho suele referirse a Uruguay como: son solo tres millones de problemas! Los problemas existirán siempre, en cada nuevo parto nacen millones de nuevos problemas. Y como cada uno sabe dónde le aprieta el zapato, será él mismo quien sabrá cuándo se ha estirado lo suficiente el cuero. Este artículo no critica canales, ni festivales, ni nada de eso. Podemos sentarnos a discutir eternamente reclamando, por ejemplo, la apertura de nuevas pantallas, o más dinero para las películas, pero cuántas pantallas, cuánto dinero? En cualquier casa hay chiquicientosmil canales, y si viven cuatro personas hay ocho televisores,, cuándo va alguien a decir, bien, aquí ya no me aprieta? Mi crítica es hacia adentro, hacia quien hace documentales, hacia mí mismo. Es verdad lo que decís, que lo importante es lo que se hace con los recursos, y de eso somos nosotros los únicos responsables. La alfombra roja armoniza con el naranja de la zanahoria con que muchos podemos perdernos. Viste? te quedó bien clara mi propuesta, la ética es la referencia.

 

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