sábado, 8 de enero de 2011

Reflexiones de "Los caminos del viento"

Cuando tomamos las riendas del potro indomable que es la vida comenzamos a ser nosotros mismos; cuando comenzamos a hacer “como si”, y a aguantar sin caernos. Al final, siempre va a ser igualito, uno va a terminar en el suelo. Pienso mucho, y me pregunto si es posible hacer un documental sin una gran dosis de nostalgia. Creo que no, y todo tiende cada vez más a casi darse vuelta y parecerse más a la nostalgia disfrazada de película. Por lo menos a mí no me sale de otra manera, por eso de que uno es una suma de algo que ya trae de fábrica y todas las cosas que se le cruzan en el camino. Por suerte, esto de intentar la poesía tiene la ventaja de ponerse más rico con lo años. El potro va desbocao agarrando por donde se le canta y uno va arriba, le guste o no, entonces, de ser posible, es más inteligente tomarlo como un paseo y tratar de disfrutar del paisaje. Cada árbol, cada cerro, cada río será nuestro, rápidamente nuestra curiosidad pasará a confundirse con la del potro desbocao, y éste, sin que digamos nada nos llevará a beber de ese río y a atrapar esa raya del horizonte. El potro irá donde nosotros queramos ir, porque nuestro deseo se confundirá con el de la naturaleza. No habremos dominado el potro, nos habremos entregado libres a la vida. Al final, siempre será igualito.

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