No me crean nada
En las últimas semanas he estado reflexionando acerca de la
distancia justa entre el observador y la realidad; si existe realmente una
posición ideal para observar el mundo sin ser engullido por este. En medio de
estos pensamientos es que surgió la noticia de las denuncias del fiscal Nisman
por corrupción del gobierno argentino. Las derivaciones surgidas del caso,
incluída la muerte del propio fiscal, son dignas de una novela de Alejandro Dumas.
En medio de intrigas de Palacio y movidas de espionaje y contraespionaje
internacional, el gran perjudicado es la Credibilidad. ¿Credibilidad en qué o
quien? Pues credibilidad en aquello que creemos, o lo que nos es indicado que
hay que creer. Caída la máscara de la credibilidad queda expuesto su verdadero
rostro: la credulidad. ¿En quién confiar?
Deberíamos comenzar por dudar de todo, y antes que nada, nuestras
propias creencias; por eso este momento es crucial. Nuestro papel como
documentalistas debería ser el de sembrar puntos de referencia. ¿Pero nos
encontramos nosotros los documentalistas a una distancia justa de la realidad
para comprender dónde nos hallamos parados? Lamentablemente cada vez son más
los compañeros documentalistas que ocupan cargos de poder dentro de los
engranajes estatales de cualquier estado. La proliferación de las leyes de
cine, institutos de enseñanza, canales públicos nos han absorbido como mano de
obra y nos han torcido el ángulo de enfoque. Nuestras películas están
encabezadas por ciertos logotipos que poco tienen que ver con la
cinematografía. ¿Cuál es el espacio que debe ocupar el documentalista? Como
bien decía mi tío: ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario. El espacio
del documentalista debe ser el que los documentalistas construyamos como
nuestro propio espacio. Nuestra relación con el poder debe ser de empoderamiento
de nuestro propio poder. Sinceramente, hay alguien entre nosotros que se
encuentre libre de la máxima “Yo canto la canción de quien me da el pan?
En el último encuentro del ENDOCSXXI en Buenos Aires, el
trabajo de la comisión de formación que integro giró en torno a la
profundización del estudio de la filosofía en las escuelas de cine. El
testimonio de los compañeros brasileños acerca de la experiencia de ese país
ponía en evidencia la relativa escasez de profundidad de pensamiento y crítica
en el resto de nuestros países. Es por eso que me doy la libertad de citar unas
líneas de la Historia de la Filosofía, de Will Durant, que me encuentro leyendo
en estos días de agitación política. En el capítulo dedicado a Schopenhauer:
“El lema de la historia debiera ser: Eadem, sed aliter” (Lo mismo pero de otro modo). Aquel para quien
los hombres y todas las cosas, en todo momento, no aparecen como puros
fantasmas o ilusiones, no tiene capacidad para la filosofía… la verdadera
filosofía de la historia consiste en ver que en todos los cambios infinitos y
en la abigarrada complejidad de los acontecimientos, no tenemos ante nosotros
sino el mismo ser idéntico, inmutable, que hoy persigue los mismos fines que
persiguió ayer y que persiguió siempre. El filósofo de la historia, por lo
tanto, debe reconocer el mismo carácter en todos los acontecimientos… y a pesar
de toda la variedad y las circunstancias especiales de las costumbres, de las
maneras y de los vestidos, ha de haber por todas partes la misma humanidad…
Bastará haber leído a Herodoto desde un punto de vista filosófico, para haber
estudiado la historia suficientemente… siempre y por todas partes el verdadero
símbolo de la naturaleza es el círculo, porque éste es el esquema o tipo de la
repetición… En general los sabios de todos los tiempos han dicho siempre las
mismas cosas, y los tontos, que en todas las épocas forman la inmensa mayoría,
han obrado también siempre del mismo modo, es decir, todo lo contrario de lo
que dicen los sabios; y así ocurrirá siempre. Porque como dice Voltaire,
dejaremos el mundo tan loco y perverso como lo hemos encontrado”.
1 comentarios:
creo que el mas perjudicado de todo ello no es la credibilidad como afirmas, sino los hijos y parientes del Juez muerto en tan extrañas condiciones,
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