Evocación desde el trópico
Desde temprano el sol entra oblicuo por el gran ventanal de
la sala. A veces el calor se vuelve insoportable. Pasada la media mañana esa
parte entra en sombra, lo que ayuda a que las tardes sean más llevaderas.
Igualmente el calor es mucho. Las paredes blancas de la habitación multiplican
las radiaciones de luz proveniente del exterior. Al abrir la puerta de calle
circula una leve brisa. Es aire caliente y seco. La sequedad ayuda a hacer la
estancia más aguantable. Los muebles, cuadros y plantas aportan un toque de
frescura. El elemento más llamativo es la mesa de comer. Es una mesa redonda,
con base de hierro pintado de negro y superficie de azulejos terracota pegados
con arena y cemento. Cuatro sillas cuadradas de hierro negro, tapizadas con
lienzo de diseño tipo panal de abejas, con hexágonos en azules, verdes y
grises, completan el juego. Detrás de una de las sillas, contra la pared, hay
una biblioteca de placas vinílicas también color negro. Cuenta con cuatro pisos
divididos en cubículos cuadrados: de abajo hacia arriba, el primer nivel es de
cuatro cubículos, el segundo de tres, el tercero de dos, y el último de un solo
cubículo. Allí están ordenados por temas, y a veces por colores, libros sobre
cine. Uno de los cubículos está reservado a cajas de devedés y las superficies huérfanas
sobre cada cubículo escalonado se halla ocupado por adornos. Llama la atención en uno de los estantes,
delante de un par de libros sobre cine documental, una bola de cristal de esas
que venden en los mercados de baratijas a los turistas como recuerdo de viajes.
Dentro de la bola hay un bastión de los
pescadores en miniatura, una de las torres de la antigua fortificación de
la ciudadela de Budapest, sobre el río Danubio, de la muralla que rodeaba al antiguo
Palacio Imperial, hoy convertido en museo.
Levantas la bola y lees la palabra Budapest. Y ves el torbellino de
nieve que se arremolina primero y luego, cuando has dejado la bola en su lugar,
comienza a caer. Es una nieve no-blanca, sino de brillantina picada, que brilla
en tonos de verde tornasolado. Son reflejos de nieve y sol tropical.
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