lunes, 5 de agosto de 2019

Evocación desde el trópico


Desde temprano el sol entra oblicuo por el gran ventanal de la sala. A veces el calor se vuelve insoportable. Pasada la media mañana esa parte entra en sombra, lo que ayuda a que las tardes sean más llevaderas. Igualmente el calor es mucho. Las paredes blancas de la habitación multiplican las radiaciones de luz proveniente del exterior. Al abrir la puerta de calle circula una leve brisa. Es aire caliente y seco. La sequedad ayuda a hacer la estancia más aguantable. Los muebles, cuadros y plantas aportan un toque de frescura. El elemento más llamativo es la mesa de comer. Es una mesa redonda, con base de hierro pintado de negro y superficie de azulejos terracota pegados con arena y cemento. Cuatro sillas cuadradas de hierro negro, tapizadas con lienzo de diseño tipo panal de abejas, con hexágonos en azules, verdes y grises, completan el juego. Detrás de una de las sillas, contra la pared, hay una biblioteca de placas vinílicas también color negro. Cuenta con cuatro pisos divididos en cubículos cuadrados: de abajo hacia arriba, el primer nivel es de cuatro cubículos, el segundo de tres, el tercero de dos, y el último de un solo cubículo. Allí están ordenados por temas, y a veces por colores, libros sobre cine. Uno de los cubículos está reservado a  cajas de devedés y las superficies huérfanas sobre cada cubículo escalonado se halla ocupado por adornos. Llama la atención en uno de los estantes, delante de un par de libros sobre cine documental, una bola de cristal de esas que venden en los mercados de baratijas a los turistas como recuerdo de viajes. Dentro de la bola hay un bastión de los pescadores en miniatura, una de las torres de la antigua fortificación de la ciudadela de Budapest, sobre el río Danubio, de la muralla que rodeaba al antiguo Palacio Imperial, hoy convertido en museo.  Levantas la bola y lees la palabra Budapest. Y ves el torbellino de nieve que se arremolina primero y luego, cuando has dejado la bola en su lugar, comienza a caer. Es una nieve no-blanca, sino de brillantina picada, que brilla en tonos de verde tornasolado. Son reflejos de nieve y sol tropical.

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