martes, 24 de septiembre de 2013

Propuesta de atar las dos puntas de la vida (pasado, presente y futuro como un todo)

A quien corresponda (y tenga voluntad de ponerlo en práctica).
Pensando el mundo con mentalidad de documentalista, con el rescate de la memoria como forma de construcción de futuro, llegué a la siguiente idea práctica:

1- Visto que vivimos en un mundo manejado por personas en edad productiva (en términos económicos).

2- Por lo tanto, las etapas de la vida comprendidas fuera de ese período (niñez y vejez) resultan confinadas a espacios cerrados e incomunicados (guarderías y escuelas por un lado, donde los niños son educados y preparados con una función económico-productiva para su adultez, y asilos de ancianos, por otro, donde se confinan personas retiradas del sistema productivo, para esperar más o menos apaciblemente la llegada de la muerte).

3- Siendo que, en verdad, lo único cierto, es que la vida se trata de vivir (o de morir, que es lo mismo).

4- Y que una vez que comprendemos esto todo lo demás adquiere otro sentido, mucho más rico y complejo.

5- ¿No sería enriquecedor incorporar esta idea de vida=muerte desde el comienzo de la vida, en vez de intentar ocultarla entre cuatro paredes, y exponerla ante aquellos a quien más protegemos de ella?

Por lo tanto, propongo: incluir en las visitas escolares y pre-escolares los asilos de ancianos, así como la visita de ancianos a escuelas y guarderías barriales.

Las dos puntas de la vida se hallan totalmente separadas una de la otra, con una sociedad productiva de por medio que sufre las consecuencias de este descuartizamiento de la propia existencia, en antojadizas catalogaciones de acuerdo a la utilidad económica. Si la vida se trata de vivir, justamente quienes más han vivido tienen muchas cosas para enseñar. Quienes todavía apenas han vivido, tienen todo para aprender, y muchas razones para que los que pronto se irán, lo hagan con la satisfacción que otorga el haber sido útiles hasta el último momento. Esto se llama vivir y morir dignamente. Y no cuesta dinero.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Romper los moldes (2)


Vista la anterior exposición me surge la inquietud de cómo poder llevar a la práctica la idea propuesta. El mostrar, el demostrar o el ver, desde nuestra posición de cineasta (u hombre-cámara) posiblemente logre su objetivo; o sea: que lo que queremos mostrar sea visto. Independientemente del grado de aceptación o comprensión del público, el cometido comunicacional mínimo de nuestra propuesta habrá funcionado. Pero comunicación no es cine. Y cine tampoco es comunicación. Afirmar lo contrario equivaldría a decir que un frasco de perfume es olor. Hasta aquí, nuestro intento por mostrar o ver se ha mantenido dentro del terreno comunicacional. Existe un "quise decir", "quise mostrar", "quise ver o descubrir" y es posible explicarlo en palabras. Hay un discurso y la forma de comunicación elegida para divulgarlo ha sido el cine. Pero no el cine como disciplina artística, sino el cine como técnica comunicacional. Hace falta separar muy bien los dos conceptos. Similar confusión existe en torno a la palabra cultura: cultura en el sentido antropológico, donde un objeto está referido a un grupo social, y el concepto cásico de cultura, el de creación humana como forma de superación intelectual y espiritual, cuyo mayor exponente es el arte. Cabe aquí señalar que el "mostrar" es utilizado tanto para imponer una visión política o de pensamiento, como para plantear problemas sociales o maravillar al público con los nuevos avances de efectos especiales que hemos desarrollado, por ejemplo; pero en todos los casos el cometido es el mismo, el de mostrar algo que queremos a otras personas que lo desconocen. Contradiciendo esta afirmación, estoy convencido de que son muy pocas las personas que desconocen cosas. O mejor dicho: todos estamos bien informados (o así lo creemos, pues no sabemos lo que no sabemos). Incluso llegamos a saber cosas que no sabemos, pero decidimos de antemano que no nos interesa. El mundo y su acentuada especialización de tareas, nos ha conducido a una desconexión total de las "otras realidades". Vivimos en una realidad micro-compartimentada, donde la barrera de la pereza intelectual es cada vez más robusta. Aquel que le interesa el fútbol, mira fútbol; aunque con solo apretar un botón podría aprender algo sobre la historia de China, lo sabe, pero decide quedarse mirando fútbol. El cineasta que tenga como cometido mostrar cierto tema o realidad, encontrará eco en el público interesado en el tema planteado, muchas veces militantes de la causa. Hasta aquí, más o menos va la mayoría de los documentales que solemos hacer (también yo).
El cine comienza a partir de este punto. Es nuestra decisión avanzar o no.
Para ingresar al terreno del cine, como disciplina artística, es necesario aceptar una sola regla: confiar ciegamente en el cine. Cualquier duda o andar cauteloso nos cerrará automáticamente sus puertas. Es verdad que, como seres humanos, tenemos ideas y realidades que nos conmueven. Seguramente de cada uno depende el aportar nuestro grano de arena en la búsqueda de soluciones. Es natural y deseable que así sea. Pero ese es el tipo de cargas que deben dejarse fuera al ingresar al mundo del arte. Mejor dicho: lo que somos y en lo que creemos es parte de nosotros y estará con nosotros allí donde estemos. No conozco a nadie que al subir al metro se plantee "bueno, voy a subir a este metro llevando mi hígado conmigo". Así como el hígado va donde yo voy, lo que yo pienso y quiero decir, mostrar, gritar, vomitar y follar, también irá conmigo. A partir de aquí debemos confiar en que el cine es la línea de metro apropiada que nos conducirá sin duda a donde queremos ir (tambien llevará nuestras ideas y nuestro hígado, por lo que no deberemos ocuparnos de eso). Habremos así roto el molde.
Tenemos ante nosotros un nuevo terreno, el del cine, el del arte, donde lo comunicacional no cuenta, o, en todo caso, es solo una parte de un nuevo todo. Quien confíe en el arte, verá que en él está contenido y contemplado el mundo "viejo", el de "la realidad" de todos los días, y del cual se nutre. El mundo cotidiano seguirá siendo la fuente de nuestra obra, así como lo es el de todas las artes (pues vive en nosotros como nuestro hígado); incluso por su negación. Nuestra militancia y todo lo que somos ingresa al mundo de las ideas en nosotros. Es imposible hacer arte sin ideología, sin una propia concepción de cómo funciona el universo. Esta es la mitad de la originalidad del artista. No pueden haber dos puntos de vista iguales en todo. Se podrá coincidir a grandes rasgos, o incluso pensar casi idénticamente, pero sólo en ciertos temas (dos cuerpos jamás ocupan el mismo lugar en el espacio). Dejar de lado esta ley universal puede conducir a discursos de tribuna o a lluvias sobre mojado (hecho de ningún modo condenable, pero sí cuestionable su necesidad). La otra mitad de la originalidad del artista reside en su habilidad técnica. Puede resultar relativamente fácil colocar la cámara para mostrar cierta realidad. Pero se necesita de arte para fundir esa realidad con nuestra ideología única, que es otra parte de la realidad, nuestra subjetividad. Una película siempre se planta desde la subjetividad. Pero para convertirse en hecho artístico debe partir, primeramente, desde la subjetividad del artista. Se puede partir desde la subjetividad de otros, como en la publicidad y la propaganda. Pero aquí la sujetividad original del artista es dejada de lado y este se comporta simplemente como artesano que se vale del cine como técnica. La subjetividad en niveles profundos es la ideología. Ella exige cultivo permanente y una constante puesta a prueba por medio de la crítica. El carácter de unicidad de nuestra ideología lleva a que una película de cine, cine concebido como arte, ofrezca reticencias al buscar su público. Es imposible que alguien esté de acuerdo con nosotros en todo. El cine, y todo el arte, es siempre crítico, lo cual es causa de incomodidad. Esta condición se agudiza especialmente con el cine documental, debido a la gran condición figurativa de su formato. Como público, a todos nos puede resultar duro ver que las cosas que pensamos y en las que asentamos nuestra existencia, tienen dudosa validez. Y me atrevo a afirmar que lo más duro no es esto; al igual que nuestro amigo que mira fútbol sabe que hay otros canales pero decide no verlos, del mismo modo sé que ya todos sabemos la responsabilidad que nos toca en la construcción de la realidad. Ante nada creo que la bruteza de los hombres es una decisión. La bruteza es una decisión inteligente. Diferentes grados de bruteza, o de inteligencia, nos llevan a todos a refugiarnos en lo que conocemos y manejamos. Yo le llamo comodidad (y me acuerdo ahora de Buñuel).
Jamás debemos menospreciar al espectador (yo también soy espectador). Si no va a entender mi película no debe ser mi problema. Hasta ahora nadie me ha preguntado "qué quise decir" o "qué quise mostrar". En lo que me es personal, desde hace tiempo he dejado de lado querer decir o mostrar. Pretender hacer una reflexión sobre tal o cual cosa está destinado a caer en la misma bolsa. Estamos bombardeados de reflexiones, denuncias, mensajes, "me gustan", tweets, beeps y  jajajajas, que tambien son parte de este mundo. El arte, y en particular el cine, se presentan hoy con más fuerza que nunca como un espacio de encuentro y pausa. Debemos preservar al cine de la contaminación mediática que inunda todo. Esa es tarea de los cineastas. Así se abandone esta tarea, cualquier invasión externa podrá hacer maravillas, pero nunca cine. El cine no se trata de discursos, de dar palabra a nadie, ni de mostrar tal o cual cosa. Eso es reportaje, las entrevistas, otros tipos de cine como técnica. El cine auténtico es el que logra plasmar la vida en la pantalla. Una cámara usada con talento es aquella que logra atrapar atmósferas. El cine cumple su cometido cuando el espectador VIVE la película. Una buena película se no se puede explicar, pues está construída en base a un diálogo entre comodidades e incomodidades. Tal cual el encuentro entre dos personas. (Vinicius de Morales dijo: la vida es el arte del encuentro). Este encuentro de subjetividades, que es la vida, tiene en el cine documental un magnífico campo de exploración artística. Debemos ser concientes de ello y lanzarnos sin miedo. La única regla es confiar.


















sábado, 21 de septiembre de 2013

Romper los moldes


HÁ ALGUNS ANOS ATRÁS A PALAVRA DA MODA ERA "DOMINADOS"... ESTÁVAMOS TODOS DOMINADOS. HOJE, A PALAVRA DA MODA É "FORMATADOS". ESTAMOS TODOS FORMATADOS. Noilton Nunes (cineasta basilero)

Al igual que todo arte, el cine tiene sus limitaciones. Ya por razones técnicas (por ejemplo el encuadre), por razones culturales o de costumbre (una película tiene una duración "razonablemente soportable"), el cine es lo que es y no otra cosa, y es esperable que lo siga siendo. Muy poco se diferencia el cine de hoy, en su forma, a los primeros intentos de los pioneros. Quien apunte que en sus comienzos el cine carecía de sonido, debería recordar que las películas del cine mudo nunca fueron mudas. Acompañadas por música, o aún careciendo de ella, es fácil imaginar que el craqueteo del proyector, el murmullo del público, o aún el silencio más absoluto, constituirían un maridaje con la imagen que la elevaría a otro nivel sensorial diferente al de la vida real. Los logros formidables en materia de efectos especiales de los últimos años, difícilmente causen el impacto vivido por los primeros públicos al ver que un tren surgía de la pared directamente hacia ellos. Visto de este modo, podría afirmarse que el cine es ES propiamente un efecto especial (o que el arte en general también lo es). Estas cualidades dan al cine su propia forma, o formato. Una frase circulante en internet reza: "Si quieres decir algo, escríbelo, pero si tienes algo para mostrar, haz cine". Esto es una verdad a medias, o, en todo caso, se queda bastante corta. Desde el comienzo del cine se asocia a la cámara con el ojo. No existe afiche de festival o evento cinematográfico que no nos lo recuerde en el logo. Hace cien años el soviético Dziga Vertov comenzaba a explorar la capacidad expresiva de la nueva herramienta para captar "la realidad". Sus trabajos dieron comienzo al documental como disciplina artística tal cual lo conocemos hoy. A través del movimiento "Cine Ojo" insistió en la idea de presentarse ante el objeto sin preconceptos. "La cámara ve mejor que el ojo". Y agrego yo: todo se reduce a una cuestión de confianza, entre el artista y su arte. "... si tienes algo para mostrar, haz cine" es una verdad a medias. Cine es ver. Pretender decir, o mostrar o, lo que es peor, demostrar, con una cámara, puede ser muy loable y necesario, pero NO es cine. Si convenimos que la cámara es como un ojo, debemos estar de acuerdo que los ojos no sirven para mostrar, sino para ver. Para mostrar existen los manuales, los escaparates y las exposiciones. El verdadero cine, y cine documental, es el cine que ve. Esto no significa que sea suficiente para garantir la calidad una película. Pero parte de un punto genuino, pues se mantiene fiel a la esencia misma del cine y la función de su herramienta madre; la cámara. El cine etnográfico es un ejemplo de que el simple ver no garantiza el "hecho cinematográfico". Una de las cualidades principales del cine es su doble oportunidad de ver. Primero la visión de la "realidad" (dejemos de lado ahora la discución de esta palabra) y, en segundo término, la visión del material filmado. El cine comienza a ser tal en este segundo visionado (lo cual es irrelevante en una película etnográfica por perseguir otros fines). Hace falta entregarse sin reparos a que la propia técnica se va a encargar de transmitir lo que nuestra sensibilidad le imprima. Quizás deberíamos adoptar la palabra "plasmar", como resultado deseado, en vez de contar o mostrar. Como todo hecho artístico, el cine se re-crea, en cada nueva película de cine. Cualquier otra pelicula que no alcance esta re-reación, o creación nueva, no es una película de cine. O será un intento fallido; lo que equivale a decir lo mismo. Para llegar a este estado, primero debe ser perseguido. Una película que se proponga "mostrar" siempre quedará a mitad de camino. (Reitero: es totalmente válido pretender decir, mostrar, o demostrar, mediante películas, pero eso no es un hecho artístico). Es muy difícil no caer en la tentación, tal vez sin percatarnos, de querer mostrar aquello que deseamos, pensamos, o creemos. Esta dificultad se debe al carácter figurativo de nuestra disciplina. Resulta un buen ejercicio pensar qué sucede en otras otras artes. Si nos vamos a la música, entendemos que por más talentoso que sea un compositor, y logre transmitirnos la vivencia de un atardecer mediante un poema sinfónico, nunca vamos a poder VER el sol bajando tras las montañas. Pero sí lo podemos VIVENCIAR. La cámara de cine nos ofrece la maravillosa posibilidad de ver. Es su propia esencia, está contenida en él. Por lo tanto, si pretendemos mostrar el atardecer, seguramente el espectador lo verá, lo entenderá, no le quedarán dudas y hasta le podrá gustar. Pero difícilmente llegará a la sutil riqueza vivencial lograda por un compositor talentoso. ¿Por qué sucede esto? Porque el cine es figurativo (en cine, una montaña es una montaña, en música una montaña es una combinación de sonidos). Esta cualidad del cine no es ni una ventaja ni una desventaja, es el cine mismo, su esencia técnica, su formato. Por eso deberíamos dejar de pretender mostrar para que el otro vea, cosa que sucederá de todos modos, pues así funciona una cámara. El desafío de re-crear el cine comienza con apropiarnos de las propias limitaciones o cualidades que le son intrísecas e intentar expandir sus posibilidades expresivas. No se trata ya de ver, sino de VIVIR la realidad que estamos filmando. Debemos dejar de lado lo exponencial y ocuparnos de lo vivencial (tal cual el ejemplo del poema sinfónico). Al igual que a Beethoven la sola existencia de la música le era suficiente para crear sinfonías que no podía escuchar, solamente una ciega confianza en el poder del cine nos premitirá hacer cine.  Mientras tanto estaremos haciendo otra cosa.



Alguns HA ANOS DA VOLTA A ERA DE MODA Palavra "dominou " ... ESTÁVAMOS dominou todo . HOJE , A MODA DA Palavra e " formatado " . WE ALL formatado. Noilton Nunes ( cineasta basilero )

Como toda a arte , o filme tem suas limitações. Agora, por razões técnicas (por exemplo, quadros) , por razões culturais ou habitual (um filme dura "razoavelmente tolerável " ) , o filme é o que é e nada mais, e deverá permanecer assim. Muito pouco é diferente de filmes de hoje , como as primeiras tentativas dos pioneiros . Quem ponto em seu filme sonoro no início faltava , deve se lembrar que filmes mudos nunca ficaram em silêncio. Acompanhado por música, ou até mesmo a falta dela, é fácil imaginar que o crepitar do projetor, o murmúrio do silêncio público , ou mesmo absoluta , constituem um casamento com a imagem que a ascensão sensorial para outro nível diferente da vida real . As realizações formidáveis ​​efeitos especiais , nos últimos anos, o que causa o impacto experimentado pelas primeiras audiências ver um trem emergiu a partir da parede directamente a eles. Visto desta forma, pode-se argumentar que o cinema é um efeito especial é em si (ou a arte em geral também é). Essas qualidades dão ao filme a sua própria forma ou formulário . Uma frase que circula na internet diz: " Se você quiser dizer algo, escrevê-lo, mas se você tiver algo para mostrar , fazer filmes . " Esta é uma meia verdade, ou , de qualquer forma, fica muito aquém . Desde o começo da película está associado com a câmara do olho . No festival de cinema de cartaz ou evento que não nos lembre no logotipo. Cem anos atrás, o soviético Dziga Vertov começou a explorar o poder expressivo da nova ferramenta para capturar a "realidade" . Seu trabalho começou a filmar como uma disciplina artística como a conhecemos hoje . Através do movimento "Movie Eye" insistiu na idéia apresentada ao objeto sem preconceitos . " A câmera vê melhor do que o olho. " E eu acrescento , que se resume a uma questão de confiança , entre o artista e sua arte. " ... Se você tem algo para mostrar , fazer filmes " é uma meia-verdade . Film está vendo. Pretender dizer, ou show, ou pior, show, com uma câmera, pode ser muito louvável e necessário , mas não filmes. Se concordarmos que a câmera é como um olho , temos que concordar que os olhos são boas para mostrar, mas para ver. Para mostrar que não são manuais , vitrines e exposições. O verdadeiro cinema e documentário , é o filme que você vê. Isso não é suficiente para garantir a qualidade de um filme. Mas parte de um verdadeiro ponto , ele permanece fiel à essência do filme e sua câmera mãe função da ferramenta. O filme etnográfico é um exemplo de que simplesmente não justificam o "filme made" . Uma das principais qualidades do cinema é a sua dupla oportunidade de ver . Primeiro, a visão da "realidade" (ignore agora palavra discucion ) e, por outro , a visão do material do filme . O filme começa a ser tal nesta segunda visão (o que é irrelevante no filme etnográfico para perseguir outros fins ) . Precisamos render-se sem hesitação para a técnica em si terá o cuidado de transmitir o que você imprimir a nossa sensibilidade . Talvez devêssemos tomar a palavra "captura" como resultado desejado , ao invés de dizer ou mostrar . Como qualquer obra artística , o filme recria , em cada novo filme. Qualquer outro filme que não atender a essa re- reation , ou a criação de novo , e não um filme. Ou trata-se de uma tentativa fracassada , o que equivale à mesma coisa . Para chegar a este estado , você deve ser perseguido. Um filme que se propõe "show" será sempre a meio caminho . (Repito : é totalmente válido dizer fingir , exibir ou demonstrar, através de filmes, mas isso não é uma arte ) . É muito difícil não cair em tentação , talvez sem se dar conta , de querer mostrar o que queremos , pensar ou acreditar. Essa dificuldade é devido à natureza figurativa da nossa disciplina . É um bom exercício para pensar sobre o que acontece em outras outras artes . Se formos para a música , entendemos que mais talentoso como compositor , e conseguir transmitir a experiência de um pôr do sol de um poema sinfônico , nunca seremos capazes de ver o sol se pôr atrás das montanhas. Mas podemos experimentar . A câmera de filme nos dá a oportunidade de ver. É a sua essência , está contida nela . Portanto, se mostrarmos o pôr do sol , sem dúvida, o telespectador vai ver ele vai entender , não vai duvidar e até mesmo você pode gostar. Mas dificilmente alcançar a riqueza experiencial sutil atingido por um compositor talentoso. Por que isso? Porque o cinema é figurativo ( no cinema, uma montanha é uma montanha, a montanha música é uma combinação de sons ) . Este filme de qualidade não é nem uma vantagem nem uma desvantagem é o filme em si, sua essência técnica , o seu formato . Por que devemos parar de fingir que o outro show para ver , algo que vai acontecer de qualquer maneira, porque a câmera funciona bem. O desafio de recriar o filme começa com a apropriar-se das limitações ou atributos que são intrísecas e tentar expandir suas possibilidades expressivas . Ele não é mais visto , mas viver a realidade que estamos filmando . Devemos deixar de lado o negócio exponencial e com o existencial (como é o exemplo do poema sinfônico ) . Como Beethoven a mera existência de música foi o suficiente para criar sinfonias não podia ouvir , mas uma fé cega no poder do cinema cinema premitirá nós. Enquanto isso , vamos estar fazendo outra coisa .

miércoles, 18 de septiembre de 2013

El Humanismo de la línea central



Por estos días se cumplen 100 años del primer accidente automovilístico en Uruguay. Sucedió en la ciudad de Montevideo; un auto colisionó con el landó del ministro de Brasil causando la muerte de un caballo. Hacía 5 años que había comenzado la distribución mundial del Ford T y en Montevideo ya pululaban por decenas en medio de un tránsito caótico. Es recién en 1945, al final de la Segunda Guerra, que se decide imponer un nuevo orden en las calles. A partir del 2 de setiembre se cambiaría el sentido de circulación: habría que marchar por el carril derecho. Como forma de controlar aún más el tráfico en la ciudad, en 1953, se inauguraron los semáforos. Hoy el parque automotor se ha multiplicado miles de veces. Los ingenieros deben lidiar con trazados de vías que no fueron previstas para un mundo tan complejo. Los ciudadanos pasan buena parte de su vida arriba de un automotor, en movimiento, o en interminables atascos. Tareas cotidianas del hogar, del estudio, o del trabajo, se realizan durante las largas horas de desplazamiento. Las calles están sobrecardagas de tensiones y todos deseamos llegar a casa lo antes posible. Los ciudadanos hemos abandonado el hábito de pasear. Las calles desiertas se han convertido en una amenaza. El miedo se esconde en cualquier callejón oscuro o a la vuelta de cada esquina. O mejor dicho: el miedo se esconde en cada uno de nosotros. Esta situación ha llevado a que hoy casi nadie se cuestione el hacer caso omiso a la luz roja durante las noches. Ante la amenaza de pasar un trago amargo y ser sorprendido por criminales más vale arriesgarse a la multa. Incluso ya hasta las propias autoridades de tránsito suelen hacer la vista gorda en estos casos.
El mismo día del cambio de mano en Montevideo, Japón firmaba su rendición dando por finalizada la guerra. Un mes más tarde se creaba Naciones Unidas. El mundo había quedado caóticamente dividido en dos grandes bloques. Era necesario encontrar algún instrumento que reglara izquierdas y derechas. Este instrumento se llamó "Declaración Universal de los Derechos Humanos". Las naciones decían haber aprendido la lección dejada por la barbarie. Este manifiesto serviría para poner límite a los excesos de poder, no solo ya entre estados, sino a nivel personal. La falacia de "exceso de poder", quedó demostrada sobradamente desde entonces. Justificadamente se usó y se abusó, en nombre de lo propios derechos humanos, cometiendo incansablemente nuevas atrocidades. Korea, Palestina, Croacia, Iraq, o las decenas de dictaduras en América Latina, Asia, África, y miles de etcéteras dan testimonio de la ineficacia (o eficacia) de esa medida. El problema de los derechos humanos es el más antiguo de los problemas. ¿Tiene el hombre derechos? No es mi intención tomar aquí partido por uno u otro bando. Lo que sí quiero es centrar la atención sobre este debate. Es un problema sin solución, por lo que jamás llegará a la verdad. La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue una medida específica para un momento específico. Y, por supuesto, fue hecha por quienes decidieron de qué lado hay que andar. Un problema de larguísima discución filosófica (nada menos que la dialéctica misma!) se termina con un decreto; aquello de que "seamos hermanos, o te aplasto la cabeza". Y nada menos que declarándolo Universal. Seguir implorando el respeto de los Derechos Humanos no tiene más sentido. En todo caso, vale la pena saber que el discurso de los Derechos Humanos tiene un sentido político muy fuerte. La orden es la de circular por uno de los lados. Lo damos por natural y ni pensamos cuestionarlo. Quien verdaderamente respete los Derechos Humanos debería empezar por sacarse las zapatillas chinas. Y dejar de respirar. (Y aún así lo estaría haciendo por una causa de dudosa validez).
Hace falta pensar en alguna solución diferente. Porque este semáforo ya no funciona. Ni jamás lo hizo.