martes, 14 de febrero de 2012

La revolución

Empezar una revolución es ya un acto revolucionario.

Por definición la revolución no puede estancarse.

Por lo tanto la revolución permanece en continuo comienzo.

La revolución es siempre personal.

La revolución es un acto solitario.

Un ejército revolucionario verdadero es un ejército de solitarios.

Quien busca seguidores está traicionando la revolución.

Un revolucionario jamás podrá ser traicionado, pues nada espera de los otros.

La revolución es un acto inteligente y supremo.

El revolucionario echa frutos que le ganan al tiempo.

Quien no puede ver los frutos no es inteligente, por eso está lejos de ser revolucionario.

Quien no es inteligente está condenado a marchar aislado en medio de la masa.

La masa es como la bio-masa del revolucionario: le enciende.

La revolución no grita.

El revolucionario se reconoce con sus compañeros con solo verse y se aparta, pues la estrategia es la infiltración en nodos.

¿Cómo saber cuando se está comenzando una revolución?

La revolución comienza por la duda.

Lo primero es dudar de mis gustos.

Detrás de los gustos se ocultan los vicios. El vicio es el peor de los esclavistas, pues se disfraza de libertad.

(lo divertido es el peor de los vicios).

Lo segundo es dudar de lo que no me gusta. A fondo.

Si soy inteligente veré que no estoy siendo dueño de mi vida.

Si verdaderamente soy inteligente, ya habré comenzado la revolución.