viernes, 26 de marzo de 2010

Regreso del Congo 3


En una de las entradas que figuran más abajo, y luego de haber regresado del rodaje en el Congo, comenté que me era imposible comentar lo qué había vivido. Todo fue demasiado diferente y hasta chocante, lo que sumado al estrés de una aventura bastante accidentada terminaban dibujando en mi cabeza un gran signo de interrogación. La aventura del Congo se extendió en el tiempo en forma de otros viajes y sucesos varios que acontecieron en mi vida. Todo fue tomando una forma nueva y poco a poco comencé a comprender muchas cosas. No voy aquí a enumerar mis aprendizajes pues son cosas intangibles, sólo yo las puedo entender. Pero me quiero detener en algo que nunca antes me había pasado. Creo que hice la película para sentarme, verla, y entender yo mismo qué había vivido, no ya desde el Congo, sino desde muchísimo antes. No voy a caer en el pecado de explicar mi película, por favor. Pero me resultó sumamente curioso cómo fue necesario realizar todo el proceso (que todavía continúa) para poder entenderme a mí mismo. Siempre hice mis películas para que la vean dos o tres personas que especialmente me interesaban, siempre cambiantes. Pero ahora me doy cuenta que "El destello" la hice para verla yo. Y la peli me habló cosas que yo no sabía.

martes, 23 de marzo de 2010

¿Son necesarias mis películas?


El documental no es un género, es una disciplina, y dentro de tal están contenidos diferentes géneros. Uno de los primeros géneros en ganar popularidad fue el documental de viajes, con el tiempo se sumaron sociales, políticos, institucionales y un largo etcétera. El género en el cual me he venido desarrollando es el documental creativo o documental de autor. La definición que encuentro más adecuada es la de que se parte de hechos y personajes reales para expresar una visión personal del director. En cuanto al cine en general, Pasolini distinguía dos propuestas bien diferenciadas, el cine de prosa y el cine de poesía. Si vamos específicamente al documental, el cine de poesía solamente puede encontrar espacio dentro del género del documental creativo. Y es ese cine de poesía el que estoy explorando con mis películas. Ahora: ¿a quién le interesa mi opinión? y ¿qué autoridad tengo yo para opinar?. Esa es la primera gran barrera a vencer a la hora de comenzar un proyecto. Más teniendo en cuenta que se presenta como tal, como idea, a un cuerpo calificador para acceder a fondos. Es una enorme tarea escribir un tratamiento de cinco o diez carillas sobre algo que pretende ser poesía. O traducirla a un presupuesto. Estamos acostumbrados a ver cierto tipo de documental, y a la idea de que documental es eso. Encendamos la tele y en algún canal estarán dando uno de esos ejemplos a los que me refiero. En este momento, para ejemplificar, estoy trabajando en un nuevo proyecto que pretende atrapar en imágenes el preciso momento en que se siembra la semilla de una revolución futura. Suena muy loco, no? Pero es totalmente posible, el cine lo hace posible. Es un desafío muy grande. Y solo puede ser contado desde la poesía. No hay duda que corremos con desventaja frente a los otros géneros. Es muy arriesgada cualquier inversión en este tipo de proyectos. Se necesita de una gran fuerza de voluntad y convencimiento. Además de unos antecedentes que avalen que es posible acometer la empresa con entrega y posibilidades palpables de buenos resultados. O, todo lo contrario. Ser un principiante que nunca ha hecho nada quien salta al vacío y la hace porque sí. Esa es una buena estrategia para saltarse varios peldaños. Ahora, respondiendo al título: ¿son necesarias mis películas? Y... creo que no. Como no es necesaria la poesía. ¿O sí?